• Programa de radio: el primer miércoles del mes, de 18 a 19h. ¡escúchalo!

  • «Decreciendo» en Radio 5 (RNE)

  • Categorías

  • Estamos en:

  • 15M Sevilla

  • ¡Inscríbete antes del 25 de octubre!

  • Introduce tu correo electrónico para seguir este blog y recibiras las nuevas entradas en tu email.

    Únete a otros 55 suscriptores

Cómo te vistes y el negocio textil

Desde la Red de Decrecimiento Sevilla hemos lanzado DecreAcción 01:»Ropa Gratis» y te animamos a que profundices un poco más en cómo te vistes y cómo funciona el negocio textil; porque conocer y saber nos permite elegir, y cada vez que compramos emitimos un voto. Recuerda que, compartida,… ¡nuestra ropa es más!.

Piensa y decide…

ropa

VVAA (2102) Economía Crútil Trabajo Fin Expertía en «Economía Social y Solidaria y emprendimientos sociales» de la Universidad de Huelva.

¿Sabías qué…?

–  Producir unos vaqueros requiere casi 7.000 litros de agua, sumando los recursos necesarios para el cultivo, el blanqueo del algodón, el teñido y el prelavado.

–  Para hacer una camiseta se necesitan 2.600 litros de agua.
–  Cada persona en España gasta aproximadamente 437 euros en ropa al año.

–  Bangladesh tiene el triste honor de ser uno de los países con salarios más bajos en la industria textil, cifrándose en 50 euros al mes, aún tras la importante subida del 77% que se produjo después del terrible derrumbe del edificio Rana Plaza, donde operaban varios talleres y que se saldó con 1.130 muertes y más de 1.500 personas heridas.

– El algodón supone el 2,4% del área cultivable en el mundo, pero acumula el 25% de los insecticidas y el 10% de los pesticidas.
– Ninguna de las 50 compañías líderes del sector textil en el mundo garantizan salarios dignos.
PriceTshirtInfographic
Hay muchas alternativas y queremos no sólo disfrutar del vestido, sino dar respuestas creativas que nos ayuden a disfrutarlo juntas. Aquí tienes algunos truquillos:

– Recuerda que los tejidos naturales (lana, algodón, lino…) son mucho más fáciles de reciclar y menos contaminantes que los sintéticos, tanto en su producción como en su conversión en residuo.
– Organiza y/o participa en trueques con el cambio de temporada, qué mejor plan que echar una tarde con tus amistades y aprovechar para actualizar tu armario!
– Compra ropa de segunda mano, cada vez hay más establecimientos que se dedican a la recogida y puestas a punto de ropa usada para alargar su vida.
– Simplifica tu vestuario: pocas prendas y combinables entre si, este es el secreto para ir bien a todas partes.
– No tires ropa o calzado en buen estado simplemente porque «ya no está de moda». La ropa que ya no te vale  puede venirle bien a otras personas. Regálala o entrégala a entidades sociales.
– Reutiliza tu ropa inservible para otros usos, como trapos de cocina u otras mil cosas que se pueden hacer con los retales.
Para saber más:

Un, dos, tres… DecreAcción!

La Red de Decrecimiento de Sevilla toma la calle con DecreAcción, un grupo de personas inquietas que apuestan por hacer de los espacios públicos el escenario de iniciativas sociales donde la participación y las ganas de pasarlo bien sean protagonistas.

Su primera acción, DecreAcción 01: “Ropa Gratis”, busca demostrar que es posible acceder a prendas de vestir sin necesidad de pagar un solo euro y con huella ecológica cero. Como sabemos, la economía basada en el intercambio directo de bienes y servicios está en auge, a través de mercados y monedas sociales, bancos de tiempo y redes de trueque. En esta primera intervención, no nos vamos a conformar con plantear algunas preguntas acerca de nuestros hábitos de consumo, sino que también vamos a dar alternativas reales que faciliten la transición a un consumo consciente a aquellas personas dispuestas a dar el salto.

Para el desarrollo de la acción, partimos de interrogantes como: “¿de verdad necesito tanta ropa?”, “¿cuál es el impacto de la industria textil sobre el medio ambiente?”, “¿cómo me siento ante el hecho de que todos los días, miles de trabajadoras, sean explotadas por grandes firmas para que yo pueda adquirir prendas a precios bajos?” “¿hay otra forma de consumir al alcance de mi bolsillo?”. A partir de ahí, deremos algunas pistas para ejercer un consumo más responsable: desde la ropa ecológica o slow fashion, que utiliza fibras naturales que requieren menor cantidad de productos químicos para su fabricación y asegura unos estándares sociales y medioambientales; al comercio local que, entre otras cosas, reduce las emisiones de CO2 al no requerir transporte; el mercado de segunda mano, con gran presencia en otros países y que poco a poco va calando también en España; prácticas como organizar intercambios con amistades para alargar la vida de las prendas; o el “háztelo tu mismo”(del inglés Do It Yourself) para las manitas más habilidosas, mediante la transformación e incorporación de nuevos elementos a ropa ya confeccionada.

Queremos insistir en el enfoque lúdico que el grupo busca darle a todas sus acciones. La idea es interactuar con otras personas en un clima alegre y distendido, añadiendo un toque creativo si cabe. En esta primera intervención, por ejemplo, montaremos un puesto callejero con prendas donadas por sus dueñas y dueños en perfectas condiciones, a veces incluso sin estrenar, con el fin de que otras personas puedan darle una segunda vida y, por qué no, con un valor añadido, el valor de haber sido queridas por quién las adquirió inicialmente o la historia que puedan llevar consigo. Acompañaremos la actividad de una performance.

Conociendo el contexto del que partimos, sabemos que no es fácil escapar a la tentación de consumir sin freno y lo último que queremos es que ninguna persona se sienta frustrada o culpable. Como hemos dicho, nuestra intención es crear un espacio de reflexión para aquellas personas que aún no se han planteado cómo afectan nuestras opciones de consumo al entorno, y facilitar la tarea a quienes ya tienen la inquietud pero no encuentran la manera. Cambiar la realidad a través de nuestra forma de consumir es más que posible y no tiene por qué implicar ningún sacrificio, al contrario, nos puede llevar a sentirnos muy bien.

IMG_3695

Manifiesto «Última llamada»

ultima-llamada-v0-2-640x927

Cerca de 250 científicos, académicos, intelectuales, activistas y políticos, entre ellos Ada Colau, Pablo Iglesias, Florent Marcellesi, Yayo Herrero o Alberto Garzón, firman un manifiesto para reclamar un «cambio radical» de modelo ante la crisis ecológica y civilizatoria por la que camina el siglo XXI

Manifiesto «Última llamada»

Esto es más que una crisis económica y de régimen: es una crisis de civilización

Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y que debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.

Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio.

Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando.

Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.

Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.

La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.

Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado.

Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en el Estado español, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social.

Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo.

El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial.

Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra.

Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada —o hacer demasiado poco— nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.

Más info: https://ultimallamadamanifiesto.wordpress.com/

Jornadas Decrecentistas en Polígono Sur

El próximo sábado 21 de Junio, de 10 a 14h. se celebrará una jornada decrecentista en el Barrio del Poligono Sur de Sevilla, en la Residencia estudiantil Flora Tristán.

Anímate a venir y a decírselo a tu familia, amigxs y personas afines!

decrecepoligonosurPrograma:
10,00 a 11,00h.  Introducción al Decrecimiento (Marcos Rivero).
11,00 a 13,00h.  5 espacios de Cafe-diálogo por temáticas diferentes.
13,00 a 13,30h.  Despedida  (Emilio Chinea).
13,30 a 14,00h.  Performance
.

Andalucía: del monocultivo industrial a la biodiversidad decrecentista

Por Florent Marcellesi, coautor de “Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo solidario y sostenible” (El Viejo Topo, 2013).

monocultivo

Texto escrito para la memoria de la Red de Decrecimiento de Sevilla. En base a una semana de conferencias por Andalucía del 11 al 15 de febrero del 2013.

Viajar por Andalucía, además de placentero, es algo muy útil. Permite entender a la perfección lo que es una sociedad industrial y una de sus principales características: el monocultivo. Este rasgo desarrollista, más allá de su tradicional definición como “cultivo único o predominante de una especie vegetal en determinada región”, se puede aplicar de forma más genérica a la producción predominante de cualquier bien o servicio generado en gran cantidad para el consumo de masas y que estructura el paisaje productivo de una tierra.

Visto así, ¡cuan productivista puede llegar a ser gran parte de Andalucía con sus amplias superficies monótonas dedicadas al crecimiento y la explotación brutal de la naturaleza y del trabajo! Sin duda, “el mar de plástico” de Almería no deja a nadie indiferente con sus invernaderos vistiendo de blanco las faldas montañosas que caen al mar, mientras que el océano de olivos entre Córdoba y Granada deja entrever una tierra cansada y erosionada de tanta uniformidad y químicos. Por su parte, la costa malagueña, con sus interminables olas de hoteles y segundas viviendas, es un monumento al monocultivo del ladrillo así como a la sed de promotores y políticos ávidos de desarrollo y de turistas necesitados de sol barato. Mientras tanto el puerto de Algeciras, verdadero monocultivo del container, se erige como punto neurálgico de la era globalizada pero agonizante del petróleo barato, abundante y de buena calidad. Por doquier, si fuera poco, estos monocultivos esconden no pocas miserias laborales, trabajos indecentes, explotación de inmigrantes, desigualdad de género o un reparto profundamente desigual de la tierra.

Afortunadamente Andalucía también es una tierra de alternativas, donde la esperanza desafía al conformismo. Allá donde le lleven sus pasos, un transeúnte mínimamente despierto y curioso encontrará otro panorama: un ecosistema donde predomina la biodiversidad de personas y colectivos hacia otros mundos posibles. No hay ni una ciudad, ni un pueblo que yo haya pisado donde no asomen por la ventana del cambio una “iniciativa en transición”, un colectivo de finanzas éticas, grupos de consumo autogestionados, proyectos de agroecología, huertos urbanos o monedas locales (¡la mitad de los proyectos de España tienen lugar en Andalucía!). El monocultivo impuesto se agrieta y en las brechas brota el hermoso y potente sabor de las iniciativas comunitarias que, desde abajo y de forma cooperativa y alegre, plantan cara al coloso con pies de barro.

La Red de Decrecimiento de Sevilla es una de estas semillas del cambio que uno tiene la suerte de conocer en su periplo. Animado por un instintivo don de la acogida y por una energía vital impresionante —que les llevan a organizar en poco meses dos encuentros estatales, uno sobre monedas locales en mayo y otro de decrecimiento el 1, 2 y 3 de noviembre—, son un buen reflejo de la máxima “el camino se hace andando”. Y que cunda el ejemplo: la alternativa política, social, cultural y económica no es una promesa para el más allá o para las generaciones futuras. No: se construye hoy y aquí, debajo de nuestras casas y cualquiera está invitado en participar y poner en práctica su gran capacidad de “poder-hacer”. Gracias a esta filosofía, a la red de decrecimiento de Sevilla les debemos el Puma (nota al viajero curioso: el nombre no viene del felino sino del centro vecinal “el Pumarejo” donde nace el proyecto), una de las monedas locales más pujantes del Estado donde casi 600 personas, incluso niños y niñas (este detalle tocó, sin duda, mi fibra de padre…), pueden intercambiar bienes y servicios, siendo según la ocasión productor o consumidor. Les debemos una red de productores y consumidores ecológicos y locales, el impulso de una cooperativa integral, un programa de radio y numerosas charlas públicas para repensar de forma colectiva las bases de nuestra sociedad.

En el marco de una estas charlas, donde fui invitado en febrero del 2013 para compartir y debatir sobre “decrecimiento y trabajo“, tuve la ocasión de comprobar tanto la capacidad de convocatoria como la ebullición reinante en el microcosmo sevillano de la “transición en comunidad”. Producción y reproducción de la vida, emancipación y educación, mestizajes y alianzas en red, punto de encuentro y puente hacia el futuro, valor de la comunidad y del sujeto autónomo, ahí están todos los ingredientes para vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos del Planeta.

Sí, un viaje a Andalucía es muy útil para comprobar que no solo es deseable sino también posible una transición ecológica desde el monocultivo industrial hacia la biodiversidad decrecentista.

Artículos relacionados: